In memoriam a PEPE BALAGUER por Miguel Mira

Xàtiva, seis de Junio de 2021.

El sábado, cinco de Junio, a primera hora de la mañana me llegó la noticia del deceso de Pepe Balaguer García. Su corazón paró en seco su cotidiana caminata hacia el castillo, para dar fin a su metódica vida, a sus aficiones, al tremendo amor por su esposa, por sus hijos y ¡cómo no! por su nieta.

Emocionado, recé ante su féretro un padrenuestro con el corazón encogido todavía por la sorpresa. Fueron muchos los años de colaboración y amistad entre ambos, primero en la Hermandad de Cofradías; después en la Música Nova. Pero si hoy escribo estas líneas es porque pienso que Pepe Balaguer debe ser recordado tanto en la Cofradía del Santo Sepulcro, como en la Hermandad de Cofradías por los motivos que ya tuve ocasión de recordar en una entrada del blog de Jesús Nazareno en Abril del pasado 2020, el Martes Santo, desde mi confinamiento. Por eso, ahora lo resumo para su difusión como modesto homenaje al amigo que tan repentina e inesperadamente se nos arrebató. El artículo se titulaba: “Retrospectiva en el Martes Santo de 2020”, y tras unas breves consideraciones personales sobre las hermosas imágenes de la Virgen de la Esperanza y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, relaté un episodio de nuestra Semana Santa, protagonizado por el amigo Pepe Balaguer. El texto es el siguiente:
“…No me resultan ajenos los hechos y la historia de tan apreciados pasos y recuerdo algunos que ante este confinamiento restrictivo me trasladan a los años setenta del pasado siglo y me apetece relatarles por si puede interesarles…

“Como ustedes saben, desde el fallecimiento de D. Gregorio Molina Ribera, promotor de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza, y a consecuencia de la situación crítica de la Papelera de San Jorge, donde se guardaban durante el año los magníficos tronos de dichas imágenes, éstas durante algunos años dejaron de procesionar en la Semana Santa de Xàtiva y quedaron, pues, depositadas en la fábrica…”
Correspondió el turno de presidencia de la Hermandad de Cofradías a la “Congregación del Santísimo Ecce Homo, en la persona de D. José Luís Calatayud Bas…

“Ya en ese momento, además del deseo de relanzar la Hermandad por encima de la endémica y rutinaria inercia reinante, había inquietud, entre otras cuestiones, por reintegrar las imágenes “de Don Gregorio” a nuestra Semana Santa. El Sr. Calatayud, con el Vice Presidente D. José Balaguer, presidente a la sazón de la Cofradía del Santo Sepulcro, mantuvieron algún contacto con los herederos del Sr. Molina, y, como secretario accidental en aquel momento, tengo constancia de una reunión de la Junta Rectora de la Hermandad (13 de Junio de 1.979), de haber asistido al acto, en representación de la Cofradía de Jesús de la Buena Muerte, D. Augusto Ballester Medina, quien manifestó y consta en el acta de la reunión, cuanto sigue:

“D. Augusto Ballester dijo a los concurrentes que por parte de la familia Molina-Albero, propietaria de las imágenes, no había inconveniente alguno en cederlas a la Iglesia y especialmente a la Parroquia de la Merced, a la que desde que D. Gregorio Molina fundara la Cofradía, asistían para los cultos de la Semana Santa y desde la que se procesionaban el martes y el viernes Santos.

Estimaba, no obstante, que el hacerse cargo de dichas imágenes no se halla exento de dificultades por el tamaño de las carrozas, por estar en muy deficiente situación los motores, porque todos los ornamentos que llevan consigo ocupan mucho lugar y porque sacar en procesión dichas imágenes cuesta mucho dinero…”
“…Acabado el mandato de D. José Luis Calatayud sin haberse podido llegar satisfactoriamente al final de las gestiones, el 13 de mayo de 1.981 tomó posesión de la presidencia de la Hermandad D. José Balaguer García, en representación de la Cofradía del Santo Sepulcro, el cual, en reunión de 11 de Marzo de 1.982, conjuntamente con

D. Jaime Santonja, miembro de la Junta Rectora, informaron de la continuidad de las gestiones con la familia Molina Albero, resultando haberse encontrado algunas dificultades que habían venido retrasando la posible solución; pero el Sr. Balaguer, con su contrastado tesón, se afirmó en la intención de no cejar en el empeño y, junto con el Sr. Santonja, proseguir esperanzados en la empresa, dándoseles un voto de confianza.

“…Me consta por mi relación de amistad con el Sr. Balaguer que las conversaciones eran constantes y no encontraban obstáculos con determinados miembros de la familia, pero tropezaban con la oposición de otros. Finalmente, con la implicación personal de D. Augusto Ballester y de D. Julián Bizarro (en representación de Da. Pilar y Da. Nieves Molina, respectivamente) y sin oposición de D. Gregorio Molina Albero, se consiguió que las imágenes de que hablamos se volvieran a procesionar en la Semana Santa de 1.982.

“Desde La Papelera y por aquel viejo camino de tierra, llegaron a la ciudad, recompuestos los motores y los tronos en lo posible, y efectuaron su entrada, no me consta la fecha, por la Alameda para dirigirse a la Colegiata, y fueron precedidas por la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja. Puede suponerse la expectación despertada y el sentimiento de satisfacción de los miembros de la Hermandad, en especial de los Sres. Balaguer y Santonja, y también del Sr. Abad, D. Manuel Soler, al recibir en la Colegiata tan preciados pasos”.

Jamás se me borró de la memoria la cara de Pepe Balaguer, el rubor en aquellas mejillas felices en un expresivo gesto de orgullo, encendidas de alegría, pero también de agradecimiento a la familia Molina y satisfacción por el deber cumplido. Ni qué decir tiene, emocionados, allí estaban los antiguos trabajadores de La Papelera miembros de la Cofradía. El amigo Salvador García Tortosa, su actual presidente, podría dar buena cuenta de ello.
Al terminar la Semana Santa, las imágenes quedaron provisionalmente en la Colegiata para ser trasladadas poco después a la parroquia de La Merced, vencidas que fueron algunas dificultades, y allí se veneran desde entonces desde el verano de 1.982.

Este breve relato quiere ser testimonio de cómo se consiguen objetivos aparentemente “imposibles” con la constancia, el diálogo, la entrega, el trabajo, la convicción y la actitud decidida si hay fe en el valor de lo que se intenta por el bien de una causa. Pepe Balaguer fue un ejemplo.

Me he centrado en su gesta protagonizada desde la presidencia de la Hermandad; pero Pepe Balaguer no se ha despedido con las manos vacías. Pepe tiene en su haber años fructíferos en la cofradía del Santo Sepulcro, cuyos estatutos revisó y actualizó; Pepe Balaguer fue clarinetista en la Música Nova, en cuya Directiva colaboró durante casi diez años y en cuyo Cuadro de Teatro “Pas a Pas” ofreció veladas de muy grata recordación… Promovió reuniones anuales de antiguos alumnos de la Escuela Católica de cuya junta fue alma; colaboró en la Colegiata como miembro del Consejo de Economía; en La Merced, ayudando en trabajos de secretaría… Su esposa Paquita, y sus hijos pueden sentirse orgullosos de la bonhomía de este hombre afable, sencillo y honrado, que les quiso sin medida y ahora, desde su privilegiada estancia, velará por ellos.

Desde allí, ruega también por nosotros.
Con todo afecto, Miguel Mira.

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